¿Estertores del viejo régimen?

El actual proceso electoral podría convertirse en los estertores del viejo sistema político caudillista y clientelar, y de él podría surgir uno en el cual la ciudadanía tendría mayor capacidad de influir las ofertas y ejecutorias políticas. Sin negar que las organizaciones civiles padecen también de los males que aquejan a los partidos políticos. Claro, en sus respectivas dimensiones, a mayor nivel e influencia, mayor la probabilidad de ser capturadas por intereses corporativos y políticos escondidos bajo el manto de la participación no partidista.

Así como en el mundo político se requiere luchar contra la consolidación de fuertes liderazgos caudillistas, en el mundo de la sociedad civil cada vez es más necesaria la legitimación de parte de la ciudadanía de las organizaciones que dicen representarlas.

Este será el año en que se evidenciará la reestructuración del sistema político y de las organizaciones de la sociedad civil. Quizás no se puede hablar, todavía, del surgimiento de un nuevo estilo de hacer política ni de una nueva forma de liderazgo, pero sí de la crisis del tipo de liderazgo caudillista, y de su visión de la sociedad.


Lo nuevo quizás no es, pero clama por ser. Lo nuevo y lo viejo se juntan, se separan, se igualan, se diferencian, y no hay garantías de que lo nuevo y lo viejo se encuentren en estado puro en las candidaturas que terciarán en el proceso electoral o en las organizaciones civiles. Porque el caudillismo, el autoritarismo y el clientelismo son ubicuos, se acomodan y son difíciles de vencer. Lo nuevo y lo viejo están en todas partes, tanto en la sociedad civil como en la política.

Así como no es cierto que todos los candidatos son iguales, tampoco es correcto decir que la sociedad civil es homogénea, no se puede hablar de las demandas de la sociedad civil, sino de demandas desde la sociedad civil. Las demandas de la sociedad civil son múltiples, y hay organizaciones que defienden los intereses de sectores corporativos que siempre han tenido la sartén por el mango y a través de esas organizaciones buscan influir las opciones políticas bajo el manto de una imparcialidad que no nos consta.

Parecería que hay organizaciones que se ubican en los espacios políticos y jurídicos, para influir en el terreno económico. Terreno en el cual los diversos sectores deberían tener agendas distintas: los intereses de importadores y exportadores no son los mismos que los de los pobres, ni de los comerciantes o de los industriales. Hay grupos políticos y sociales que pensamos que la sociedad dominicana toda necesita un proceso de reingeniería. Sólo la participación del mayor número de ciudadanas y ciudadanos permitirá perfilar qué surgirá de las cenizas del viejo régimen, o si, cual ave fénix, remontará vuelo otra vez el viejo caudillismo y trujillismo de nefasta experiencia.

Ramón Tejada Holguín es ciudadano