Lágrimas negras y la Constitución

Como gran parte de mi generación, es probable que la haya escuchado por vez primera en el vientre de mi madre. Quizás ya es parte del código genético caribeño y con solo oír los primeros acordes de "Lágrimas negras" la atmósfera que nos rodea se transmuta a la nostalgia y melancolía por algún amor que nos ha dejado en el abandono.

Diversos los ritmos y estilos en los que ha sido ejecutada. El bolero-son original interpretado por el mismísimo Miguel Matamoros, caribeño de pura cepa de inconfundible fraseo. Llevarla al danzón fue uno de los aciertos del fabuloso Barbarito Diez. Javier García, de padre cubano, madre irlandesa y nacionalidad española, hace una fusión entre reggae jamaiquino y la salsa al estilo Fania.

La canción está ligada a nuestro país. Cuentan que en 1930 Miguel Matamoros se alojaba en la pensión de Luz Sardaña, en Santo Domingo. Un día escuchó que el llanto quedo de una mujer se escapaba de una de las habitaciones. La voz prima y compositor del Trío Matamoros preguntó a doña Luz el porqué del desconsuelo de la mujer. Sardaña respondió: "su marido la ha abandonado por otra". De la congoja de la mujer nació la canción.

Los versos han sufrido cambios. Matamoros la inicia así: "Aunque tú me has dejado en el abandono. Aunque tú has muerto todas mis ilusiones". Omara Portuondo sustituye ‘dejado’ por ‘echado’, y el Cigala hace un cambio radical para adaptarlo a su estilo de cante hondo, a su voz con reminiscencia árabe: "Aunque tú me has echa´o en el abandono. Aunque tú mataste mis ilusiones".

Víctor Víctor y Francis Santana en su "Homenaje a Matamoros", la devuelven al son. Igual hicieron Pablo Milanés y Caco Senante. Puedo hablar de las 17 versiones que tengo y me gustan, o de las cientos que existen. Pero, creo haber demostrado que cuando de "Lágrimas negras" se trata el debate sobre cuál interpretación resulta la mejor es rico y diverso, propicio a realizarse acompañado de un grupo de amigos boleristas y un trago del ron "OpthimUs". Nadie dirá que sólo una interpretación es válida. Sea a ritmo de son, bolero, danzón, bachata o reggaeton cada versión encontrará un público que la disfrutará con particular fruición.

Yo, amante del bolero que no hablo como jurista sino con el lenguaje de los seres humanos, creo que la Constitución y el bolero no se parecen. Por lo tanto, el debate sobre la aprobación de la Ley Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura no es cuestión de la validez de cada interpretación, ni de tertulias. La actual Constitución es clarísima y no deja lugar a dudas: una ley orgánica, para ser aprobada o modificada necesita dos tercios de la matrícula de legisladores presentes. Aceptar que una modificación del Presidente a una ley orgánica, propuesta a través de una observación, sea aprobada por mayoría simple, va en contra del sentido común y de la lógica aristotélica, y provoca el llanto por el abandono a la institucionalidad. Los boleros se interpretan, las constituciones se respetan.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
Perspectiva Ciudadana
22 marzo 2011

Ilustración robada a Gerhard Seyfried.