Dos educaciones, dos países y un único discurso: cuestión de prioridades

La educación primaria es el principal factor de socialización del ser humano. A través de ella niños y niñas aprenden a leer, a escribir, a expresarse y a relacionarse con los demás y con su entrono. Asimilan los rudimentos de la matemática y se introducen en la historia y la cultura de su nación.

En el mundo actual los y las infantes pasan igual cantidad de tiempo o más en la escuela que con sus padres, por lo que la educación primaria juega un papel de primer orden en la conformación de la personalidad e identidad de niños y niñas. Y por extensión en la constitución de la identidad nacional y en el proceso de ciudadanización.

La calidad de la educación básica influirá, además, en la conformación de una fuerza laboral capaz de llevar la nación por la senda del progreso. Las deficiencias de la educación básica muy difícilmente son suplidas por el siguiente nivel, se arrastran hasta la adultez, y quizás hasta la tercera edad. No es casual que el Objetivo del Milenio 2 sea: "Educación primaria universal".

Según el Índice del Foro Económico Mundial de 139 países evaluados la República Dominicana ocupa el lugar 132 en calidad de la educación. El dato nos dice que la calidad de la educación básica del sector publico es al menos pésima.

El Presidente de la República en su discurso de rendición de cuentas sostuvo que: "nada de lo que nos hemos propuesto para el porvenir de la República Dominicana podría lograrse, si no es sobre la base de contar con una juventud estudiosa y preparada que haya tenido la oportunidad de cultivar su talento en interacción con el mundo exterior. Fruto del programa de becas de la actual gestión gubernamental, muchos de esos jóvenes, luego de concluir sus estudios en el extranjero de manera exitosa, ya están retornando a la República Dominicana."

Una pregunta viene como el rayo a mis neuronas, ¿se puede empezar a construir un edificio por la azotea?

Es muy difícil que la nación vaya para adelante si unos pocos tienen acceso a la educación superior de calidad y allende los mares, mientras las grandes mayorías son víctimas de la baja calidad y baja inversión en la educación básica.

Ramón Tejada Holguín
Perspectiva Ciudadana
3 marzo 2011

Instrucciones para evaluar el discurso de rendición de cuentas del Presidente de la República

Para evaluar el discurso de rendición de cuentas, en primer lugar hay que estudiar el artículo 114 de la Constitución dominicana que dice: "Es responsabilidad del Presidente de la República rendir cuentas anualmente, ante el Congreso Nacional, de la administración presupuestaria, financiera y de gestión ocurrida en el año anterior, según lo establece el artículo 128, numeral 2, literal f) de esta Constitución, acompañada de un mensaje explicativo de las proyecciones macroeconómicas y fiscales, los resultados económicos, financieros y sociales esperados y las principales prioridades que el gobierno se propone ejecutar dentro de la Ley de Presupuesto General del Estado aprobada para el año en curso".


Una vez que usted ha leído y comprendido tanto el artículo 114, como el 128 al que hace referencia, procede a escuchar con atención el discurso. Es bueno, además, leerlo un par de veces.

Observe y reflexione el contenido del discurso y responda estas preguntas: ¿El presidente habló de la ejecución de las políticas públicas durante el año tomando en cuenta los aciertos, las dificultades, y los fracasos? ¿Habló de los recursos que ingresaron al Estado y de cómo y en qué fueron invertidos? ¿Señaló algunas dificultades que fueron vencidas, o simplemente dijo que todo estaba bien? ¿Felicitó a los ministerios que lo hacen bien y nos habló del cambio de rumbo necesario en aquellos que son ineficientes? ¿Fue claro al explicar cómo se abordará el año en curso? No debe usted dejar de analizar los datos que usó el presidente y estudiar cuidadosamente su confiabilidad, la de los datos, ¿fueron producidos por fuentes legítimas?

Para que el análisis del discurso no resulte en una ejercicio estéril y sin conexión con la realidad usted debe estudiar el contexto nacional y el internacional, porque influyen en el tono y la forma en que la rendición de cuentas se debe ofrecer, y en los riesgos y restricciones que enfrentará el gobierno. Si la nación pasa por un momento difícil caracterizado por el incremento de los precios de los artículos de primera necesidad, por el consumo excesivo de los muy costosos combustibles, por las denuncias de corrupción en importantes esferas del gobierno, por un malestar en la población y la incertidumbre sobre el futuro, se espera que el discurso del presidente sea duro contra la ineficiencia y la corrupción pero que reconforte el espíritu y contribuya a fortalecer la confianza en el futuro.

Si usted desea hacer una evaluación sincera no debe pedir peras al olmo. La rendición de cuentas no es para que el Presidente de la República dirima situaciones partidarias, o propias de la competencia política. Es un discurso sobre su desempeño como jefe del Poder Ejecutivo y presidente de todas las personas dominicanas. No le toca hablar de reelección y del proceso electoral en el solemne Congreso Nacional.

En un mundo en el que cada quien cumple su rol de manera institucional, sería labor de la oposición responder el discurso presidencial con un sopesado análisis de las ejecutorias del año, y no con la misma cantaleta de que el presidente dijo lo mismo de siempre o admitiendo que no se enteraron de lo que dijo, pero que de seguro fue más de lo mismo. Si usted desea analizar el discurso presidencial debe ser serio y no coger las cosas de relajo. Debe saber que todos los discursos de rendición de cuentas tendrán siempre la misma estructura, por lo cual pueden tender a parecerse, eso sí deben variar las cifras, el año a evaluar y las medidas concretas que se propongan.

Siguiendo estas instrucciones, le comunico en breves palabras mi evaluación del discurso de rendición de cuentas del Presidente de la República en este 27 de febrero del año del señor de 2011: El país necesitaba un discurso esperanzado, pero sincero, que no soslayara referirse a las dificultades por las que ha pasado la nación y las acciones para enfrentarlas. El presidente sólo observó una parte de la realidad, no habló de las obvias deficiencias de algunos ministerios y de la necesidad de reorientar las políticas públicas. Al colocar el acento en los aspectos positivos, el discurso se evidencia como desconectado de la nación, poco realista, e incrementa la incertidumbre sobre cómo se enfrentarán los graves problemas nacionales.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
Perspectiva Ciudadana
1 marzo 2011