Lecciones aprendidas

El Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) se convocó por primera vez en 1997 bajo el mandato de Leonel Fernández y dio como resultado una Suprema Corte de Justicia (SCJ) consensuada con las organizaciones civiles, empresariales y los partidos.

La segunda convocatoria se hizo bajo el mando de Hipólito Mejía en 2001 y dio como resultado el nombramiento de un juez para Balaguer, otro para el PRD y un tercero que era juez de corte.

La pregunta es inevitable: ¿cuál de las dos experiencias se repetirá en esta convocatoria del CNM del 2011? No es ocioso recordar que el actual CNM puede aplicar la política de tierra arrasada con la Suprema Corte de Justicia. No es paja de coco el asunto, nos estamos jugando la independencia de la justicia dominicana.

Los estudiosos de los fenómenos jurídicos dicen que los tipos de independencia judicial son tres: 1) la externa, que se refiere a la capacidad del Poder Judicial de disponer de su propio presupuesto sin injerencia del Ejecutivo o del Legislativo; 2) la interna (o personal) que se relaciona a la estabilidad de los jueces en sus cargos, que éstos no puedan ser destituidos debido a fallos judiciales que no sean del agrado de los poderes políticos o de grupos económicos poderosos; y 3) la fáctica, que se refiere a la no injerencia de partidos, gremios, grupos empresariales, oficinas de abogados, medios de comunicación o crimen organizado en las decisiones de los jueces.

La independencia externa es impensable sin el compromiso del Ejecutivo y el Legislativo con una justicia independiente.

La dimensión personal de la independencia es impensable sin la existencia de una carrera judicial que sea respetada por todos los actores políticos. Esta dimensión puede verse comprometida cuando existen actitudes autoritarias en la SCJ.

La tercera dimensión se garantiza teniendo el debido cuidado de nombrar jueces con fuertes lazos con grupos económicos, bufetes de abogados o partidos.

Para que no haya dudas de que la independencia del Poder Judicial es un proceso irreversible, los jueces deben sentir que tienen la posibilidad de llegar a la SCJ únicamente amparados en la eficiencia y eficacia demostrada, que su forma de llegar hasta el último escalón del poder sea a través del escalafón y la sobrada honestidad demostrada, y no a través de compromisos partidarios, pertenencia a omnipotentes grupos económicos o poderosas oficinas de abogados.

La preservación de las diversas dimensiones de la independencia del Poder Judicial sólo es posible si hay una selección transparente de los jueces, la cual sólo es posible con la participación de los más amplios sectores de la sociedad, no solo los relacionados con las clases medias, las grandes oficinas y los poderes fácticos.

El principal problema de la justicia dominicana es el limitado acceso de los pobres a la justicia, que se debe quizás a que son los grandes ausentes de la convocatoria del CNM.

Ramón Tejada Holguín
Perspectiva Ciudadana
El Caribe
9 agosto 2011

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