Elecciones sin elecciones

En el argot de las ciencias políticas se habla de "elecciones sin capacidad de elegir", o como dicen los anglo-parlantes "elections without choice", cuando existen trabas significativas para que la ciudadanía elija de manera plural y democrática a sus autoridades. El Sistema Electoral Dominicano pone obstáculos importantes a la capacidad de elegir de las personas, lo cual puede ser resuelto a través de una ley electoral democrática y consensuada, sin que sea necesario hacer cambios en la Constitución.

Nos escatiman la capacidad de elegir nuestros representes al Congreso Nacional, porque sólo tenemos la opción de votar por una persona a nivel de diputación, a pesar de que el número de diputaciones en las circunscripciones va de al menos dos, hasta seis. El caso de las diputaciones nacionales y al Parlamento Centroamericano (Parlacen) es patético. No tenemos ninguna posibilidad de influir en esa decisión. Las diputaciones nacionales y al Parlacen son elegidas en función del número de votos obtenido por el partido a nivel nacional. O sea, son burdamente arrastrados. Cuando usted vota por un diputado, automáticamente su voto sirve para sumar votos a quienes optan por ser diputados nacionales, a quienes quieren ir al Parlacen, y para el Senado.

Sí, para el Senado, ni se diga, es la peor de las injusticias. Los y las electores no tienen capacidad, por ejemplo, de votar por la candidatura senatorial de un partido y para la diputación de otro partido. Hay un arrastre abusivo y una limitación grosera de la capacidad del elector. Si votas por la candidatura al Senado de un partido, tu voto se contabiliza para las diputaciones de la circunscripción a la que perteneces, para la diputación nacional y el Parlacen.

En el caso de las municipales, tenemos que quienes votan en los nuevos Distritos Municipales, al votar por un director de distrito, automáticamente votan por el alcalde de la municipalidad en la que se encuentra ese distrito, y, sin embargo, el Alcalde no influye en nada en el Distrito. Para colmo, no podemos votar por un regidor o regidora de un partido y por el alcalde o alcaldesa de otro partido.

En dos boletas electorales, votamos a siete cargos distintos. ¿No es eso un ejemplo de elecciones sin capacidad de elegir? Pero, hay más. En un contexto de tanto arrastre, la solicitud de un grupo de personas de que se pueda votar en blanco o por una casilla llamada "Ninguno", como forma de expresar su desacuerdo con las candidaturas presentadas, fue satanizada por la propia Junta Central Electoral y ni siquiera considerada. Esta opción existe en diversos países, tales como España y Colombia. Y, como si todo esto fuera poco, la capacidad que tiene la ciudadanía de formar movimientos provinciales o municipales que lleven liderazgos locales en las boletas y se fomenten como el germen de lo nuevo, es casi imposible en la actual legislación electoral.

¿Qué hacer? Elaborar una ley que flexibilice la formación de movimientos locales y que establezca listas electorales desbloqueadas y circunscripciones electorales plurinominales. Es decir, que cada partido presente una lista según el número de electores de la zona que representará, aparezcan los candidatos en orden alfabético y la gente vote por quien desee votar.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
17 Mayo 2010

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