El eterno retorno

Hace poco más de veinte años un grupo de personas compramos una funda de hielo, un litro de bebida espirituosa y nos sentamos frente al Drake´s Pub. Era la crisis de los 80, y para quienes vivíamos en los alrededores de Ciudad Nueva y la Zona Colonial la opción resultaba rentable y divertida. Unos estábamos iniciando nuestros estudios universitarios, otros estaban al final de sus carreras universitarias y al mismo tiempo trabajábamos. Había físicos, cientistas sociales, abogados, periodistas e ingenieros. El Village resultaba caro y se reservaba para la seducción, o cuando se quería estar tranquilo. El atractivo del Village era contar con la mejor música que de seguro Enfry nos pondría.

En unos meses el Drake se convirtió en el punto de reunión del mundo hippie dominicano (si tal cosa había en el país), de los artistas y de sectores contestatarios. Nuestro grupo solía cantar: "Wyatt Earp, Wyatt Earp, / era un hombre sin par / fue paladín del pobre y del débil / y nadie jamás lo venció". Adoptamos como himno el tema de esa serie de televisión, porque la mayoría era parte del coro juvenil que creía en la posibilidad de construir una sociedad cada vez más democrática.

Un mal día comenzó a "tirarse" la policía, dijeron que en la zona se consumía drogas y se cometían actos reñidos con la moral. Soy culpable de haber dado una buena cantidad de besos a más de una. Dentro del grupo había quienes tenían preferencia por las personas de su mismo sexo, supongo que también habrán dado infinidad de besos. Los heterosexuales, gay y lesbianas que visitaban el Drake teníamos un comportamiento ejemplar y a medianoche cantábamos: "Wyatt Earp, Wyatt Earp, / era un hombre sin par / fue paladín del pobre y del débil / y nadie jamás lo venció". Éramos militantes de la libertad, algunos pertenecían a la izquierda democrática. Desde la Zona y con palabras arreglábamos la sociedad dominicana.

Junto con las redadas, se fueron los amigos, y yo partí a realizar mis estudios en México. Regresé un par de años después y casi al desmontarme del avión, salí corriendo para el Drake. El lugar ya no era el centro de reunión de la disidencia intelectual dominicana, ni de los hippies, ni de "los desesperados de la noche", como alguno de nosotros llamó a los habituales. Se había convertido en zona cara y del "jet set". ¿Será que el desalojo del que fuimos víctimas tuvo como motivo elevar el precio de la tierra? Hoy casi todas las personas de nuestro grupo juegan roles importantes en la sociedad, y algunos regresan a la zona "enyipetados".

Ante el abuso que se quiere cometer con los jóvenes que visitan el Parque Duarte, siento gran indignación, y llamo a esos que cantábamos Wyatt Earp a que salgamos en defensa de los muchachos y muchachas que se besan, que muestran su amor en público, porque tienen derecho. La ciudad necesita de espacios en los que la juventud pueda ser realmente libre. Obvio que si alguien viola la ley, debe ser sometido al imperio de la misma. Sin estos jóvenes, Duarte quedaría muy solo. Ese Duarte que fue expulsado, marginado, incomprendido y vilipendiado por los sectores de poder de entonces.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
12 de Abril 2010

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