Diminuto Hábitat

Texto literario en versos libres que narra la historia de un joven, su amor por una mujer de más edad, su soledad y su resurrección


Diminuto hábitat

Por Ramón Tejada Holguín


"A quien en la ciudad estuvo largo tiempo confinado"
Keats.

i. Adolescente y mujer: Boceto.


"¿Y quién puede decir
cómo hombres y mujeres reaccionarán
entre sí...?"

Edgar Lee Masters.


1

Esta tarde lluviosa de mayo
es una de ésas
en que el sexo se encuentra
a primera página.
Los recuerdos de amigas
se suceden
hasta que elige una
perfectamente sensual
y la desnuda.
Luego
tendido en la cama
extasiado
el joven se maldice
por haber hecho
la cosa más natural del mundo.


2

Cuando aquel primer día
anduve por su cuerpo
acariciando
hurgando
buscando todo eso que tanto le gustó
que buscara.
Cuando
sentí sus senos
estrujarse en mi pecho
y
ofreció su cuerpo a mis inexpertas manos
y se sometió a mi capricho
y fue señora de mi voluntad
descubrí que el amor
no era como en la televisión.


3

Ella despertó
al ritmo de un tierno
persistente pensamiento
del simpático joven
que la amaba.
Aquella mañana
él estuvo presente
en fugaces
apacibles ideas
hasta que llegó la tarde
llegó alguien
ella sonrió en sus adentros.
Esa tarde
por unas horas
olvidó
al gracioso joven
más joven que ella
que la amaba.


ii. Diminuto Hábitat

"...el cataclismo se ha producido, estamos entre ruinas, comenzamos a construir hábitats diminutos..."
D.H. Lawrence.


4 LUNES, ELLA Y YO.

¿Me huyes?
¿Qué decir de tus fantasmas?
Sólo alcanzo a ver tu magnífico trasero
alejarse en vaivenes sinfónicos.
Y dices que soy el que huyo.
Tu espalda desviada a la altura de los lumbares
es lo que me ofreces.
Pero como siempre
soy el infantil de la película.
Al olmo no se le pide peras.
Eres maravillosa ¿quién lo niega?
Siempre de alguna pata se cojea.
E insistes en aferrarte a mis fantasmas.
Algún día será tarde.
Las lágrimas nada resolverán.
¿Cuánto cuesta un pasaje sencillo
al Medio Oriente?


5

El aire queda inmóvil
sin tiempo definido.
Se enrarece el ambiente.
Algo extraño
e inimaginable ocurrirá ahora.
Nada.
Los minutos retornan a su lugar.
Sólo fue uno más de sus recuerdos.





6 SIN ELLA


Las horas se esconden del reloj.
Los minutos descubren la nostalgia
de un cobrizo cuerpo
desnudo y suave.
Los segundos se rascan la cabeza
buscando algún oficio productivo.
No hay lluvia:
hoy podría ser una tarde propicia
para la playa, el alcohol y los amigos.
Las colillas
inundan el piso de la habitación
como para decirnos que un hombre
no sabe que hacer con su tiempo,
con su breve vida.
La cama rememora viejos desenlaces:
empezábamos con inocentes caricias
y terminábamos haciéndonos
adolescentemente el amor.
Tarde sin ella.
Tarde en desánimo.


7

Madruga.
Despierto.
En la penumbra
se va conformando un rostro.
Intenta disolverse.
Se materializa.
Ella está entre mis piernas
mis manos acarician la cabeza:
suavidad
rapidez.
Parsimoniosa
me mira enseñándome
sus carnosos y risueños labios:
se desvanece.
Exhausto vuelvo al sueño
y despierto en la mañana
fresco y radiante
pero sin ella.


8 MUJER Y CIGARRILLO.

Sentado
oyendo su disco de Astrud Gilberto
el que tiene su nombre en la antecara
dedico este último cigarrillo
a su recuerdo
a la orgía de incomprensión
que escenificamos por tres años
a las marcas imborrables
al tanta veces buscado culpable
a estos meses de separación
a sus idiotas maneras de hacer lo que me gusta
a sus blancos dientes perseguidores.
Les dedico este último cigarrillo
y que conste
no son los centavos que valen
lo que ofrezco en libación:
ofrendo la imposibilidad de comprar otro.
Dedico este último cigarrillo
a la mujer que hoy volví a ver
y en plena calle
se atrevió a besar mis labios
así como si nada...


9 DE HEGEL, ELLA, LA OTRA Y YO.

Ella es otra.
Aún así me descubro
en sus blancos dientes
y termino blasfemando
entre sus lechosos senos.
Pero entiéndase
yo no soy otro.
No sé porqué ella insiste en ser otra
a pesar de la lógica aristotélica
a pesar de la ternura que juega a las escondida
a pesar de las caricias clandestinas
a pesar de que es infeliz siendo otra.
Se castiga por culpas no cometidas
y no es que sea sádica
o cristiana
es otra.
No es fiel exponente de la lógica hegeliana
es otra.
Será mejor que olvide su pasado
y renuncie a sí misma
o a la otra
o que se vaya directamente
a la porra.


10

Recostado
mirando el techo
de un cuarto vacío
son muchas
las cosas en que se piensa
principalmente
cuando ese cuarto
sólo tú lo habitas
sólo tú lo habitas.



11

Un final majestuoso
vale más que la permanencia estéril.
Debemos admitir que la locura nos abandonó.
Poco podemos ofrecernos.

Vivimos un tiempo extra
que no nos pertenece.
Seguir es ir contra nuestra vida anterior.

¿Cómo recordar nostálgicos
aquélla orgía de nuevas experiencias
si de por medio se encuentra
una resistencia humillante
a la separación definitiva?

Quedémonos
con nuestras complicidades orgásmicas
en la memoria.
¿Por qué ser tan amantes del status quo
emocional?

No lo entiendo.
Este cursi final
nos ha manchado para toda la vida.


iii. Fantasmas resurrectos.

"Algo que fue navío, soledad del delfín
sueños de hombres.
Así el Arte.
Y las cenizas del amor"

José María Álvarez.

"Y aquel terrible desamor que suena
en lo más apacible de la noche."

Luis Alfredo Torres


12

"Hay golpes en la vida, tan fuertes...yo no sé
César Vallejo

Los Heraldos Negros
los culpables de los golpes fuertes
fuertes de la vida
me visitaron
llegaron y entraron a mi casa
como entra el mejor de mis amigos
se quitaron el sombrero
e hicieron suya mi morada
vinieron con sus golpes.
Yo
indefenso
impotente ante los embates de los Heraldos Negros
sin algo o alguien con que defenderme…no sé



13 AUTOBIOGRAFIA.

A duras penas
te alejas de tu antigua edad
adolescente
y ya sientes la nostalgia
de la época en que amaste la vida
a través de los dientes de una mujer.
Casi pasas del cuarto de siglo
y descubres
que el hombre no debe madurar demasiado
porque puede llegar a podrirse.


14 THE DRAKE'S PUB.

Después de profundas investigaciones
de noches insomnes
recorriendo borrachos
la Zona Colonial
en busca de una rendija
para mirar desnuda a Doña María de Toledo
-blanco cuerpo de erectos pezones-
estamos capacitados para decir
que somos depositarios de la verdad.
Estos edificios coloniales
nada tienen que ver con la estética
la nostalgia
la historia
o los desesperados poetas.
Estas ancestrales construcciones
son el gran meadero
de los noctámbulos de Santo Domingo.


15

La Radio del vecino
no lo deja dormir.
Levantóse
al compás
de rítmicos
precarios movimientos.
Se acercó al espejo.
Vio un hombre
una borrachera más viejo
dueño de un ligero dolor de cabeza.


16

Hay que sacudir este polvo
que se ha pegado en a la piel.
Aquello que una vez fue
y uno no sabe por cuál sortilegio
insiste en ser.
Un recuerdo es un recuerdo
grato o ingrato:
cenizas
no una razón de vida.
Ningún arrepentimiento.
Algo ha de hacerse con el horizonte
que exige
sacudir el polvo recalcitrante
que ha intentado hacer de nosotros
su morada.


17

Ahora sí que veo las cosas
más claras.
Qué belleza nos da la vida.
¡Oh, esos atardeceres de otoño!
Gracias doy
por estos espejuelos.
¿Habrá lentes para cerebros?


18

Se suceden frente a mis ojos
sucesivas imágenes
de todo cuanto he hecho y deshecho
y lo descubro.
Nunca estaremos contentos
con esto
que otros dicen
nosotros somos.


19

Un hombre sentado
en el muro del Alcázar de colón.

Una mujer parada
en la Placita del Reloj de Sol.

Nadie mira las estrellas.

La mujer desaparece en la penumbra.
Aparece.

El está absorto
en sus pensamientos:
trata de saber con cuáles ojos
ella mira el río.
Si con los de nostalgia y desamparo
o los de soledad y plenitud.

La penumbra se traga a la mujer.
La libera.

Ella no es una aparición
ni Doña María de Toledo que regresa.
El hombre
hipnotizado
la observa como si lo fuera.

Amos de un mismo territorio.
Fantasmas resurrectos.
Encontrarse es el inicio
de otra historia.




20 De penumbra y amores elementales

He oído hablar de la penumbra con poco acierto.

Se ha hablado de los que se esconden en la sombra, de los que alojan su espíritu en una recóndita rendija de su cuerpo, de los enamorados que prefieren los rincones en penumbra y la soledad.

Ella y yo estamos siempre en compañía de los muchachos y las muchachas, jugando a la alegría y la felicidad.

Sin embargo, a veces sucede, admito que me ha sucedido, que la penumbra remite a la solitud, entristecemos, uno se siente flotar en los nubarrones de la melancolía.

En otras ocasiones la penumbra fascina, ese escrutarse a media luz, el misterio del mágico encuentro entre las fuerzas de la luz y las de la oscuridad es insondable.

Sé que se tiene miedo de hablar de la penumbra y el amor en tono adolescente. Pero cuando la penumbra seduce y ella está a mi lado, otro tono es imposible.

Por ejemplo, si las luces se apagan y sus manos y las mías bailan la danza Taína del amor, las manos son hechiceras, yo me siento colegial, regreso a los parques, al verdor de la grama cuando la tarde, moribunda, se va, al no pise la hierba, pero ella y yo estamos sentados en el pasto.

Retorno al recreo, a las miradas fugaces de la joven amada, o sea ella, al cándido beso que la brisa lleva a la boca del enamorado, yo, mientras los amigos ríen y, bullangueros, me pasan las manos por la cabeza.

Hay la puerta a algo familiar y lejano, desconocido y muy nuestro.

Cuando beso sus labios, pintados de rojo chinatown, sólo penumbra quiero.

Creo que los amores elementales y secretos, los de quienes buscamos los rincones en penumbra y las cervezas más frías, los de dos amantes que inocentes y desnudos se hacen el amor con adolescentes glosas corporales son los mejores del mundo.

Pero las cosas no son siempre como uno quiere. Las cervezas están tibias, ojos de buitres acechan nuestras vidas como si nuestros cuerpos fueran carroña. Salgo por la puerta principal y regreso furtivo por el garaje.

El calor es insoportable. La conjunción de nuestros sudores simboliza nuestros cuerpos y placeres.

Uno somos.
Su pecho: alimento para mis ávidas manos.
Piel tersa y tierna que da de beber a los sedientos labios del que acaricia.
Muslos y manos.
Boca y senos.
Pecho versus pecho.
Manos y manos.
Sexo y sexo.
Paz. Pero paz que se desvanece de repente, que sacude los cuerpos, y regresa lentamente.
Caricias que desean la sordera.
Voz: seré tu maestro.

Lo cierto es que soy esclavo de su cuerpo y de su espíritu, de su increíble y joven manera de estar siempre en pie de lucha, de esos labios chinatown que hablan del mundo y de la protección de las ballenas del Banco de la Plata y nunca del futuro del amor, porque viven este presente que somos.

Ahora, exhaustos, acostados, entrelazados, con las miradas en el cuerpo del otro, las manos hacen torpes intentos de caricias, miramos más allá...

Pensamos en nosotros, olvidados, por hoy, los rostros de los fantasmas que exigen ser dueños de nuestros presente y pasado.



iv. Epílogo.

21

Entiendo
porque te escapas de la oficina
para visitar el espacioso y solitario
Jardín Botánico los miércoles en la mañana.
Pero,
¿a qué se debe
tu insistencia en abrir todas las puertas
y ventanas de nuestra casa
para hacernos el amor a pleno día?

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