The inconstant corporation

Sir Bernard Pellegrin es un alto funcionario de la diplomacia británica, que apoya de manera irrestricta a una corporación farmacéutica, que realiza experimentos en personas buscando una vacuna contra la tuberculosis. Sir Pellegrin, miembro del Alto Comisionado Británico que trabaja a favor de su nación, defiende a esta gran corporación “porque crea empleos y promueve el progreso económico” en el Reino Unido, a través de una fábrica ubicada en una zona pobre de Britania.

Tess es una activista armada de sensibilidad, perseverancia, convicciones morales profundas y valores claramente definidos. Ha lanzado, desde Kenia, una cruzada contra esta corporación transnacional. Para Sir Pellegrin Tess está loca, ¿cómo puede poner en peligro el desarrollo de una parte de su nación? ¿Acaso esa demente no ve que la farmacéutica ofrece la droga experimental gratis a los nativos de la olvidada zona africana?

Maravillas de la globalización que conecta una fábrica en la Gran Bretaña a experimentos con humanos en una alejada región del norte de Kenia.
¿Quién es Tess y qué hace en Kenia?

Es la esposa de Justin, un hombre tranquilo, jardinero exquisito, fiel y constante, de pocas ambiciones. Es subalterno de Sir Pellegrin, discípulo, quizás. Justin fue enviado al África ardiente, colorida y diezmada por el SIDA y el hambre. Tess enamorada de él, y de las oportunidades que para su activismo político se le presentan en la Kenia flagelada por la pobreza, lo acompaña. Son tortolitos recién casados.

Justin fue enviado a defender los intereses de su gran nación. Tess compromete la carrera del inquebrantable jardinero con su cruzada “insensata” contra esa corporación farmacéutica. Insensata desde el punto de vista de Sir Pellegrin, quien coloca el desarrollo económico por encima de todo y de todas, esa mujer es una ilusa que parece no importarle los obreros de su país, que no entiende el valor del dinero y no se da cuenta que en una sociedad capitalista el desarrollo está relacionado al nivel de inversiones.

No hay prueba de que cualquiera de los miembros del Alto Comisionado Británico sea corrupto. Cumplen su papel de defender los intereses de su país donde quiera que estén, son patriotas que responden claramente a la lógica del desarrollo económico.

A Tess la asesinan brutalmente: Unos sospechan que fue un amante, otros dicen que la farmacéutica no sólo la mandó a asesinar brutalmente, sino que la desprestigió. ¿Cuál es la verdad?

Justin, el fiel y constante esposo, con el corazón lleno de sospecha y angustia, trata de indagar la verdad. Tess y él apenas se conocían cuando decidieron casarse. Para él, ella es un misterio tan insondable como el África misma.

Aunque no lo crea, sólo le he contado los primeros minutos de una película. Sí, hablo de “El Jardinero Fiel”, basada en una novela de John Le Carré, un ex agente del Servicio Secreto de su Majestad.

La película nos cuenta la historia de un gran amor que busca la certeza de que fue correspondido. Justin acepta, y al mismo tiempo se resiste a aceptar, que Tess le fuera infiel, que fuera una chiflada que se oponía de manera irracional a una farmacéutica, que le siguiera al África con la sola intención de ser la chispa incendiaria de una revolución.

Justin desanda el camino, al enterarse del asesinato de Tess, tratando de encontrar su amor, pero tropieza con una terrible realidad: el bienestar de una región de su patria está relacionado con el uso de hombres y mujeres de Kenia como si fueran gentes desechables.

La farmacéutica las usa para probar una nueva vacuna contra la tuberculosis, muchos mueren. La corporación oculta esas muertes para que sus acciones no se desplomen en el mercado de valores económicos.

Dinero versus humanidad, ese es el tema. No les importa lo que les pase a la gente, la corporación es parte del sistema corrupto de esa nación africana, pero respeta las reglas del juego económico, en apariencia, de las naciones desarrolladas en las que opera.

Los diplomáticos, serios y patriotas, se hacen de la vista gorda, porque la corporación crea empleos. La capacidad de crear empleos y las inversiones convierten a esta y casi todas las corporaciones en organizaciones colocada por encima de los gobiernos nacionales.

“El Jardinero Fiel” es una película muy buena, funciona como historia de amor, como suspense y thriller político. De impecable dirección, con dos actuaciones excelentes las de Ralph Fiennes y Rachel Weisz.

Su director Fernando Meirelles ya había demostrado gran maestría reconstruyendo la historia social y política de un barrio pobre de Brasil en su excelente film “Ciudad de Dios”.

“El Jardinero Fiel” es, incluso, una película creíble. Para mí fue bueno saber que todavía hay gente sensible al dolor ajeno, que coloca el servicio por una mejor humanidad por encima del desarrollo depredador que cierto tipo de globalización promueve.

Ramón Tejada Holguín