La Reforma Constitucional se debate entre el metro y el dialogo franco

El presidente rechazó la Constituyente como método de modificar la Constitución con dos argumentos. El primero es que una constituyente se justifica cuando se trata de hacer un cambio profundo y dijo que ese no es el caso nuestro, porque estamos en la etapa de la consolidación de la democracia y no en la de construcción. Veo una contradicción con la parte de su discurso en que compara la reforma constitucional con una “revolución democrática”. Una revolución va a la raíz y es el punto de inicio del cambio profundo. O sea si seguimos los propios planteamientos presidenciales debemos hacer una constituyente para poder realizar una “revolución democrática”, pero si lo que estamos haciendo es el arreglos de algunos gazapos que quedan en la Constitución y cambiando sólo algunos aspectos, entonces no es una revolución democrática, sino una modificación sencilla.

El segundo es que la constituyente no garantiza la participación de las mayorías, mientras que una consulta popular puede hacerlo. Estoy de acuerdo. Ningún método de reforma garantiza la participación de las mayorías. Hemos preferido la vía constituyente porque, bien reglamentada, puede garantizar que la mayoría de los grupos en que se divide la sociedad dominicana estén representados. Una consulta popular puede lograr esto. Pero, la convocatoria a consulta popular que se ha realizado, si se mantiene en el esquema en que fue concebida y según el cuestionario dado a conocer no garantiza la participación de la ciudadanía, ni de sus grupos más representativos.

¿Porqué la consulta como se está convocado no garantiza el debate abierto? Porque las 77 preguntas que se formulan están elaboradas de tal manera que sólo pueden tener o respuestas afirmativas o respuestas negativas. No ofrecen la oportunidad de argumentar o plantear temas distintos. Son preguntas muy dirigidas. Tampoco se les ofrecen insumos para que las personas piensen. Las 77 preguntas constituyen un cuestionario que puede ser procesado en cualquier base de datos, cuyas informaciones sólo dirán si la gente prefiere tal o cual idea, pero no permite que la gente elabore argumentos distintos a los planteados por los juristas. Hay preguntas formuladas de tal manera que sólo pueden tener una respuesta y sólo una. Y muchas de las introducciones que se realizan a cada título son argumentaciones que pretenden influenciar en las respuestas de las personas que participen de las consultas. Además, no está claro cómo se procesarán las respuestas, ni si es posible que las personas que participen de las consultas tengan mecanismos transparentes para saber si sus respuestas fueron o no consideradas. Hay gente que participa de la comisión de juristas y de la comisión organizadora que conozco y creo en su buena fe, pero lamentablemente debo decirlo: ese cuestionario tiene un diseño que viabiliza la manipulación de la consulta. Este proceso de reforma puede ser o como el metro, que se consultó para no hacerle caso a nadie, o como un dialogo para escuchar a la gente. Para lograr esto último hay que rechazar el cuestionario y dialogar sobre otras bases.

El Caribe
12 de Octubre 2006
Ramón Tejada Holguín