Comisión de Ética y desesperanza


La Comisión Nacional de Ética y Combate a la Corrupción (CNECC) tiene como sus deberes principales: 1) Asesorar al Presidente en materia de lucha contra la corrupción y fomento de la ética y la transparencia; 2) Elaborar un plan de combate y prevención de la corrupción administrativa, y 3) Diseñar la estrategia para su ejecución. Ha recibido algunas denuncias pero las ha remitido a la Procuraduría, como debe ser. Sufrió un duro revés cuando Gustavo Montalvo renunció a sus puestos en el Gobierno y a la coordinación de la comisión, motivado en el conflicto con la OPTIC por una licitación asignada a Microsoft. Pero actuó de manera responsable, estudió la licitación, determinó que hubo irregularidades y recomendó que tal licitación fuera dejada sin efecto.

La CNECC elaboró un plan de promoción de la ética y de combate a la corrupción, que busca promover mecanismos administrativos idóneos para evitar la realización de actos corruptos y fortalecer los organismos de persecución para que cumplan con su deber de manera independiente. No soy ingenuo y sé lo difícil que es llevar los corruptos de éste y otros gobiernos a la justicia: hay indicios de que la lucha contra la impunidad es bloqueada debido a transacciones políticas de diversa índole y a los compromisos que establecen las organizaciones políticas que llegan al poder con quienes les han financiado las campañas y con ávidos activistas para quienes la política es su principal actividad económica.

También sé que la lucha contra la corrupción es una guerra que debe ser librada en todos los terrenos, que se trata de una guerra en la cual hay que ir conquistando espacios y aliados, y ganando posiciones. Sé que en ocasiones se dan pasos agigantados y que a veces nos damos de bruces con el gran muro de las personas privilegiadas de siempre que se niegan a soltar sus ventajas.

Sé que muchos amigos quedan abatidos en un mar de tristeza cuando no ven que sus esfuerzos tienen resultados inmediatos y tangibles, pero lo peor es dejar que el demonio del desencanto se pose en nuestra alma. Tomando en cuenta estos elementos, sostengo que las organizaciones y personas que se interesan en la lucha contra la corrupción deben saber que hay una lógica de la forma de hacer política en el país que impide que cualquier partido enfrente con voluntad y coraje la estructura de privilegios que existe, a menos que no exista una fuerte presión desde fuera de los mismos partidos.

Una presión que haga sentir a la dirigencia política que el comportamiento corrupto puede tener costos políticos altos en término de votos tanto en las presidenciales como en las congresuales y municipales. Por eso no se puede dejar de exigir que la CNECC cumpla con su deber, que se dé cabal cumplimiento al decreto puente, que vigilemos para que el plan nacional de ética y combate a la corrupción se cumpla a cabalidad. Tanto el Foro Ciudadano como la Coalición por la Transparencia y la Institucionalidad deben ser como los boxeadores que no sacan el puño de la cara a su contrincante. Evitemos que la desesperanza nos inunde y cunda la inacción absoluta.
El Caribe
27 de julio 2006

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