Inseguridad Ciudadana

La sensación de inseguridad que experimenta la ciudadanía amenaza la calidad de la democracia. Directores de medios y representantes de otros sectores han llegado a justificar el uso indiscriminado de la violencia de parte de la policía, las ejecuciones sumarias, los linchamientos, la violación a los derechos de las personas y las cortapisas a la libertad de transito de la ciudadanía residente en los barrios pobres. Argumentan que la delincuencia debe ser combatida con mano dura, y reclaman castigos más drásticos. La experiencia histórica y el análisis de lo que ocurre en otros países han demostrado que el endurecimiento de las penas no ha detenido la incidencia de la criminalidad en ninguna parte del mundo.

Uno de los problemas es que se combate lo que se desconoce. No se está observando las características de la delincuencia, la criminalidad y la violencia para buscar la forma más idónea de combatirlas, se actúa con prejuicio. La policía y ciertos sectores de la clase media, la alta y sus representantes tienen un perfil del delincuente que coincide con el perfil de los pobres. De ellos dicen que debemos cuidarnos. Un pobre caminando por los barrios de ricos a ciertas horas es proclive a ser victima de la policía o a ser visto con temor. Esa visión tan simplista de la delincuencia no ayuda al desarrollo de estrategias viables para su combate.

Hay que asumir la labor de luchar contra el crimen con las herramientas que la criminología y las ciencias de las conductas sociales nos ofrecen. Si se estudia el fenómeno, se verá que las acciones necesarias para enfrentar un problema de tal magnitud no son sólo de corte policial, represivo o de la justicia, el problema va más allá. Pensemos en el caso de las enfermedades, ¿es posible administrar una buena medicina si se carece del diagnostico acertado de la enfermedad? Lo mismo aplica al problema social que nos atañe, si se desconocer las causas de la criminalidad, la delincuencia y la violencia las armas usadas serán de seguro ineficaces.

La criminalidad y la violencia no flotan en el aire, no nacen por generación espontánea. Las ciencias sociales son una excelente herramientas para la búsqueda de sus raíces profundas. Robert K. Merton, por ejemplo, ha intentado establecer elementos de continuidad entre una teoría como la funcionalista, que enfatiza el consenso como elemento definitorio de lo social, y el marxismo, que asume el conflicto como lo definitorio. En el contexto de dicho intento analizó el concepto de anomia, el cual brinda un marco muy interesante para el análisis de la delincuencia, la criminalidad y la violencia.

Según Merton, en las sociedades modernas la anomia es causada por la desconexión entre "la estructura reguladora de la sociedad (las 'normas institucionalizadas') y los objetivos culturales de la sociedad". Es decir, si la sociedad crea cierta definición del bienestar y del éxito, los cuales se miden en función de la disponibilidad de bienes materiales, especialmente suntuarios, de las personas, tales como carros de lujo, ir a los lugares más caros, usar ropa de diseñadores renombrados, pero no ofrece los medios institucionalizados para lograrlos ese bienestar y ese éxito, las personas darán poca importancia los medios y mayor importancia al bienestar y al éxito económico. Es decir hay que tener dinero y éxito a toda costa, haciendo lo que sea, ese es el mensaje de una sociedad con esas características. Resumiendo: si se coloca más el acento en el éxito económico y menos en lograr ese éxito por medios aceptados y legales, las probabilidades de comportamientos criminales, delincuenciales y corruptos para llegar a ese éxito aumentan. Sí, la ciudadanía "inventará" medios para llegar al éxito, esto es, podrá utilizar vías no legales, tales como el crimen, entre el que destaca la venta de drogas, o la corrupción política.

El nivel y tipo de criminalidad y delincuencia de una sociedad hablan de las características de ella. La delincuencia, la criminalidad y la violencia tienen raíces sociales profundas, relacionadas entre otros aspectos a la exclusión, la desigualdad y falta de oportunidades. La democracia, se supone, parte del reconocimiento de la existencia de grupos disímiles, y debe definirse como la creación de un ambiente que permita que los seres humanos desarrollen sus capacidades al máximo.

En ese sentido, las formas de combatir la criminalidad, la delincuencia y la violencia deben partir de una teoría sobre sus causas profundas, sus complejas causas sociales, económicas e incluso sicológicas. Como se puede ver, hacer más seguras las calles, reducir la delincuencia y el temor a ella, no es sólo un accionar de corte represivo, policial o exclusivo de la justicia. Es más compleja la solución del problema, como múltiples y profundas son sus raíces.

Ramón Tejada Holguin
El Caribe
27/enero/2005