¿Reformar y modernizar qué y para qué?

Es un lugar común hablar de la necesidad de cambios substanciales en la administración de la cosa pública. Consultores nacionales y extranjeros, organismos multilaterales y personas con bellas ideas sobre la inserción del país en los mercados internacionales gritan a coro: reformas, modernización y más reformas. Estas personas han logrado darle un contenido positivo a ambas palabras. “Reformar y modernizar son sinónimos de cosas buenas que beneficiarán al país”, piensa la gente común. Pero, no es así. Una institución, e incluso el Estado Dominicano, puede ser reformada para peor. Por eso al hablar de reformas y modernización hay que debatir con claridad su tipo y su sentido, la filosofía que está detrás de ambos conceptos.

La verdad es que nos hemos reformado y modernizado mucho, diría demasiado. Desde los años noventa el Estado Dominicano ha conocido un agudo proceso de modernización y reforma. Pero, creo que esto no ha permitido el proceso de fortalecimiento del Estado, sino más bien su debilitamiento. Cada vez los sectores empresariales son más poderosos y la ciudadanía más indefensa. Lo cual no es bueno, ¿o sí? ¿Quiénes impusieron el ritmo y sentido del Tratado de Libre Comercio de la República Dominicana y los Estados Unidos? Un sector empresarial ligado al mercado exterior. ¿Cuál es el principal obstáculo para lograr un Plan Básico de Salud a un precio justo según lo que dice la Ley de Seguridad Social? Un sector del empresariado ligado a la salud. ¿Quiénes han sido los grandes beneficiarios de la privatización del sector eléctrico, primero y de la revisión que se hizo en Madrid, después? Un sector del empresariado nacional y extranjero. Y en todos estos casos, ¿Cuál ha sido la suerte corrida por el consumidor, la ciudadanía común y corriente? Han sido los más afectados negativamente.

Como se puede ver uno de los grandes problemas de la reforma y modernización del Estado Dominicano es que otorga más fuerza y poder al llamado sector privado. Esto se debe a que la filosofía que está detrás es la de que beneficiando este sector, la sociedad entera se beneficia. Según está visión lo que el Estado debe hacer es evitar que el mercado sea controlado, hay que dejar libre el mercado. Pero, resulta que dejando libre el mercado se benefician quienes tienen más poder en el mercado. Es decir, el empresariado que posee más organización, más claridad en sus metas y fines, y mayor poder económico. Pretenden olvidar que la mala calidad de los servicios sociales (educación, vivienda, salud) es uno de los obstáculos que la gente pobre debe enfrentar para desarrollar sus capacidades al máximo y así poder competir en el mercado. Es decir hay inequidades histórica que ameritan ser corregidas por el Estado.

Por eso sostengo que los objetivos de la reforma y modernización no deben ser achicar el Estado, ni reducir su influencia, ni dejar que las leyes del mercado rijan las esferas de lo público y lo privado. Como ejemplo recordemos que una de las causas de la crisis económica es la quiebra de los bancos, en la cual hay una gran cuota de responsabilidad de los organismos gubernamentales encargado de la supervisión y regulación bancaria que o no cumplieron con su trabajo y deber o fueron cómplices. Definitivamente lo que necesitamos es una reforma y modernización que contribuya al fortalecimiento del rol regulador del Estado y que este haga su trabajo con eficiencia y calidad, así el pez grande no seguirá comiéndose impunemente al chiquito. O se le hará más difícil comérselo. O si se lo come tendrá algún castigo.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
09/diciembre/2004