Indefensión en cifras

Cuando en mí va creciendo peligrosamente un sentido de desprotección que me subleva y me hace hervir la sangre, sólo me calma salir veloz de mi apartamento y apartarme del zumbido infernal de la planta eléctrica de los indolentes y buscar aire puro y esa tranquilidad vegetal que apacigua las bestias. Pero, no he dado dos pasos cuando pienso en la mutilación de los parques nacionales y el ánimo no alcanza para motivar una salida.

Voy al ordenador y proclamo la necesidad de la participación política de ciudadanos y ciudadanas responsables que enfrentemos con gallardía y valor tanta iniquidad. Me voy entusiasmando al pensar que los sectores ecologistas se la cobrarán a tantos politicastros depredadores. ¡Ay!, pero recuerdo que en su informe sobre la democracia en América Latina, el PNUD encontró que poco más de la mitad de la ciudadanía dominicana (53 de cada 100) dice que conoce uno o más casos de clientelismo político. O sea que el intercambio de favores por apoyo político es una práctica generalizada en la nación y es la forma natural de relacionamiento político.

Bueno, no importa, la justicia conoce un importante proceso de reforma y cada vez es más independiente, tanto de los políticos como de los empresarios. Allí deposito mis esperanzas. Sonrío, y mi sonrisa se va transformando en mueca, cuando en las páginas del texto del PNUD leo que de 100 personas que dicen haber acudido al sistema judicial 44 utilizan la influencia de un amigo o persona importante para realizar el trámite judicial, y 10 han necesitado pedir dinero prestado para pagar los trámites. Recuerdo que alrededor de 75 de cada 100 presos son preventivos. Y para colmo una investigación reveló que más de 90 de cada 100 fiscales no tiene capacidad para ejercer sus funciones.

Estoy llegando al borde de la histeria y busco afanosamente en mi cerebro algún atisbo de esperanza, algo que me diga que no estoy tan indefenso, que las vibraciones de la horripilante planta eléctrica de mis indolentes vecinos de enfrente no me están calcinando las neuronas, entonces recuerdo que la figura del Defensor del Pueblo fue creada en el año 2001. Debemos apelar a esa figura, eso es. Pero mi mano no llega a pasar una sola página de la guía telefónica porque una neurona le recuerda que el Congreso Nacional no se ha dignado a nombrar a nadie para que sea el chapulín, perdón, el Defensor del Pueblo.

Una nación unida no necesita defensor, me digo, se defiende a sí misma. Y de nuevo, la gente del PNUD, me dice que en Dominicana, las personas que se orientan hacia la democracia son 48 de cada 100, mientras que sólo 18 no son demócratas y 34 son ambivalentes. Me doy ánimos, somos más los demócratas, hay esperanzas. Sonrío. El zumbido atroz de miles de plantas eléctricas no podrá contra mi optimismo. La impunidad frente a los fraudes bancarios no podrá contra mi esperanza. La irresponsabilidad y cachondeo del gobierno saliente no podrá contra mi ilusión de ver un gran mar de gente a las puertas del Palacio Nacional exigiendo las soluciones negadas. Ahí es cuando despierto y lloro.

Ramón Tejada Holguín
El Caribe
21 de julio 2004